Porto Alegre, la esperanza

En 2003 andaba por estas fechas en el Foro Social Mundial, en Porto Alegre. Por casualidad, y gracias a Víctor Juan he recuperado un texto de entre algunos mails que compartí con Mariano Gistaín. Me ha gustado leerlo, porque creo que buena parte del cambio social que estamos viviendo hoy en día tiene sus raices en ese y otros movimientos que se sembraron globalmente hace una década, como el zapatismo. Y también la ilusión por el cambio que se vivía entonces en Brasil. Lula acababa de ganar las elecciones, y aquella tarde hizo su primera comparecencia pública. Fue uno de esos momentos de ilusión colectiva contagiosa, que se puede tocar. Evo Morales todavía era un líder sindical al que las autoridades bolivianas no dejaron viajar a Brasil para participar en el FSM. Quién sí acudió fue un joven Hugo Chávez. A pesar de que soy bastante tímido para colarme en cualquier lado, llegue tarde a un abarrotado Gigantinho y logré colarme en el backstage y saludar a Galeano, Sebastiao Salgado, Leonardo Boff, Jean Ziegler y Noam Chomsky, unos mitos vivientes. Ahí va el texto.

Desde Porto Alegre

Gonzalo González

La pradera del Anfiteatro do Por do Sol estaba cubierta por miles de personas. No sé calcular cuantas. Lula no se hizo esperar, hacia un sol de justicia. A las 6.15 apareció rodeado de sus ministros y compañeros del nuevo gobierno, unas 100 personas sobre el escenario. Tambores del PT, pitos de los piqueteros argentinos, banderas chilenas con el rostro de Salvador Allende, gritos de oeh, oeh, oeh, Lula, Lula!!! y todas las manos en alto con los dedos haciendo la L. Lula habló tranquilo paseando por el escenario, sin corbata. Había participado en las ediciones anteriores del Foro Social, `cuando los medios decían que éramos un grupo de izquierdistas locos, en solo tres años somos portada de todos los periódicos en el mundo. Hoy lo vuelvo a hacer como el primer funcionario del Estado´. Recordó como activo político de su gobierno la experiencia acumulada de los movimientos sociales, políticos y sindicales de Brasil en las últimas décadas, y el poso de propuestas y capacidad de acción. Agradeció el coraje de los brasileiros al apoyarle a pesar de las amenazas que hubo de inestabilidad económica del país si triunfaba el PT. Y pidió calma para hacer las cosas bien. En ese momento y espontáneamente, aunque la gente estaba entregada desde el principio, le gritó que no, que quieren cambios ya. Y públicamente se comprometió a hacer una reforma agraria. Sus prioridades: los derechos a la educación (recordó que solo el 8 por ciento de los brasileiros pueden acceder a la universidad) y una sanidad pública de calidad.
También hizo un llamamiento a la unidad de todos los movimientos progresistas de Latinoamérica y a la participación de la sociedad civil. Todos sus amigos más cualificados, dijo, le desaconsejaron en su día crear un nuevo partido político porque en Brasil ya no había espacio sociológico y la izquierda atravesaba una gran crisis. `Unos años más tarde somos la mayor fuerza política de América Latina`.
El discurso duro unos 45 minutos. Al final, batucada de tambores de Salvador de Bahía. Por la noche y con la pradera igualmente llena hubo una gran fiesta y concierto de grupos brasileiros. La ciudad está en plena ebullición con cientos de carpas diseminadas por parques y espacios públicos, donde la gente y colectivos debaten de los temas más diversos. Miles de colectivos realizan actividades, actuaciones y ofrecen información. Existen al menos dos espacios facilitados por la Prefeitura de Porto Alegre con decenas de ordenadores conectados a internet a disposición de los participantes en el Foro. Igualmente hay otros dos espacios mucho más amplios con alta velocidad y todas las aplicaciones en Linux para los medios de comunicación oficiales y alternativos. Aquí no existe ni rastro del pensamiento único.

 

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