Aunque no lo reconozcamos, creemos casi ciegamente en los sondeos. Y más en campaña electoral. Sin embargo, los líderes políticos deberían fiarse más de esa frase que ellos mismos recitan con poco convencimiento, sobre todo cuando parece que las cosas no van demasiado bien: “El verdadero sondeo es el de las urnas”.
El 22M todas las encuestas de intención de voto en Aragón fueron incapaces de detectar la debacle socialista y el triunfo del PP por 11 puntos de diferencia. Ni el sondeo de A+M para Heraldo (que en 2007 tampoco detectó la gravedad de la caída de CHA perdiendo la mitad de sus votos), ni el del CIS, ni ningún otro. Todos preveían un escenario de equilibrio entre ambas fuerzas con victoria popular, pero por un margen discreto y la opinión pública durante semanas vivimos en la ficción de pensar que todo estaba en el aire. Por la reacción de los líderes socialistas, deduzco que tampoco sus encuestas internas les avisaron. Probablemente, el voto oculto distorsionó los datos. Y esa fe ciega en los sondeos provoca importantes errores de estrategia, como le ocurrió al PSOE-Aragón.
Los sondeos tienen dos utilidades fundamentales: nos sirven para hacer un diagnóstico y crean un estado de opinión. Es imposible hacer una buena estrategia electoral partiendo de un diagnóstico erroneo. La campaña de Eva Almunia hubiera sido muy distinta si su equipo hubiera sido consciente de la diferencia que tenía que salvar. Seguramente la campaña se habría planteado con otros objetivos y con un perfil más agresivo y arriesgado, en vez de esa apuesta por la discreción más bien dirigida a no perder votos. No era una mala campaña, pero falló el diagnóstico y la consecuencia fue una estrategia desafortunada.
En la presentación de la campaña como candidato de Rubalcaba presentada ayer, se da el mismo caso pero con el efecto contrario. Como los sondeos le dan perdedor, se ha diseñado dirigida a reforzar la notoriedad, no a la victoria electoral, dotando de atributos positivos su imagen más que con propuestas directas. No está orientada con el horizonte de esta cita electoral, sino preparando su liderazgo en la oposición con vistas a tener un candidato con opciones reales en 2016.
En todo caso, seguimos y seguiremos sobredimensionando la importancia de los sondeos, aunque la tozuda realidad nos demuestre que en muchas ocasiones se equivocan.