La entrevista de Ana Pastor a Pablo Iglesias ayer en La Sexta (El Objetivo) fue atípica. Iglesias acaba de ser elegido este fin de semana coordinador de Podemos, que a su vez acaba de constituirse como partido político. Sin embargo las preguntas no discurrieron por estas cuestiones de actualidad sino que se centró en las medidas concretas de Podemos, más bien propias de un debate en clave electoral que se producirá dentro de seis meses (autonómicas/locales) o más de un año (generales), en las que Iglesias deberá responder como candidato.
Las expectativas creadas por Podemos son tan grandes que recién constituidos se les reclama un completo y detallado programa de gobierno, antes que al resto de fuerzas. Es atípico pero lógico, ya que las encuestas les dan opciones para ser clave en la constitución de gobiernos autonómicos y locales, sin embargo revela la excepcionalidad del momento que estamos viviendo. Ana Pastor ha hecho como seña de identidad de sus entrevistas el estilo incisivo de grandes del género como Stephen Sucker de la BBC. A mí personalmente me parece perfecto, ya que políticos y empresarios están acostumbrados a responder preguntas bastante cómodas. Lo que no me gusta tanto de Pastor es que en ocasiones las preguntas y su reiteración parecen responder a un guión preestablecido en el que no se busca tanto una respuesta en el entrevistado sino hacer llegar al espectador a una conclusión prejuzgada por quien pregunta. No solo ayer. La insistencia subraya este esquema previo independientemente de las respuestas. Pero insisto en que me parece necesario hacer este tipo de periodismo incisivo. Con Iglesias, el guión era que las medidas políticas de Podemos serían indefinidas y ambiguas. Y en gran medida en las redes sociales se llegaba a esa conclusión.
Bajo mi punto de vista, Pablo Iglesias respondió con medidas políticas concretas. Dijo que su primera medida política como Presidente del Gobierno sería frenar los desahucios mediante la trasposición a la legislación española de normativa europea. También afirmó, entre otras medidas, que reforzaría la financiación de la educación pública en detrimento de la privada concertada y que implantaría la renta básica, o que rebajaría la edad de jubilización. Son sólo algunas. Creo que son medidas bastante claras, en un nivel de concreción cuando menos igual al de otros líderes políticos. No he oído a Rajoy, Zapatero o Aznar explicar como hubieran financiado sus propuestas o si lo harían mediante ley orgánica o decreto ley. Sirva como referencia que hoy mismo Pedro Sánchez acaba de proponer una reforma de la Constitución sin señalar ni un solo detalle de en qué consistiría. Y que se trata de un programa de entretenimiento, no de un cara a cara entre líderes en un proceso electoral.
Sí que me parece que Podemos debería dar algo más de forma a sus propuestas estrella, darles visibilidad con mejor envoltorio. No tanto porque su electorado o los telespectadores estén demandando esa elaboración técnica en este tipo de programas, quizás sí en los debates electorales. Sino porque mediáticamente podría cristalizar la idea de la ambigüedad de sus medidas, que en el fondo lleva de la mano el mensaje político de que Podemos no estaría preparado para gobernar.